Querido yo: A finales del año 2010, caminando distraído por tus pensamientos, pisarás un excremento de perro, resbalarás, y caerás en una fisura del continuo espacio-tiempo. No me preguntes cómo. Al despertar te sorprenderá que aquel mismo lugar resulte de repente muy distinto. Ese lugar, éste desde donde te escribo yo ahora, es TU FUTURO. Estás confuso, lo sé, recuerdo aquel momento. Ten paciencia, lo comprenderás cuando leas mis cartas. Afectuosamente, Tu yo del futuro.

domingo, 30 de noviembre de 2008

No grabes más casetes.








Querido Yo:

Empezaré dándote un consejo: Deja de grabar casetes. En el futuro no se utilizan.

Sé que te gusta regalarles cintas a las chicas, que pones el alma en seleccionar las canciones que escuchas, que cada una tiene un significado especial que crees que ellas descubrirán para quedar inmediatamente prendadas de tu sensibilidad. Que te deleitas repasando tus discos, escuchando lo que piensas grabar, planificando los contenidos de la "cara A" y de la "cara B" según
hipotéticos estados de ánimo, encajando las duraciones de los temas... Te diré una cosa: a las chicas les importan un bledo tus cintas. No solo no comparten lo que tú ves en sus canciones, sino que con frecuencia ni siquiera las escuchan.

Entiendo que las casetes te parezcan un buen invento. No tan bonitas como los vinilos, pero muy fáciles de transportar y compartir con los amigos. Cierto que pagaste un dinero para instalar el radiocasete en el coche, y que, salvo aquella vez que te olvidaste unas cuantas al sol (acuérdate, cuando al escuchar una cara comenzó a oirse de fondo el sonido de la contraria al revés), en general funcionan bien... Pero olvídalo. Tu destreza para desmontar las casetes y empalmar el rollo de cinta de plástico magnetizado no te será siempre útil.

Hazme caso, ve ahorrando, porque tendrás que comprarte un nuevo aparato llamado "reproductor de CD". ¡Rayos! -me dirás. En efecto, será una cosa con rayos láser que te dirán que tiene un sonido perfecto y eterno cuando vuelvas a comprar los mismos discos que ya tenías en vinilo al triple de su precio. Perfección que no impedirá que te cabrees por sus constantes interrupciones, saltos y problemas. Eternidad que, no te enfades demasiado, solo durará unos pocos años: antes de que terminen de solucionar aquellos problemas técnicos, inventarán otros aparatos, aún más pequeños. Tanto que esta vez, las portadas de tus álbumes favoritos desaparecerán por completo. Tendrás que volver a comprar un nuevo reproductor para la casa y el coche. Aunque, te lo advierto, apenas los utilizarás, pues al final casi siempre escucharás la música en una especie de caja de cerillas con cable para las orejas.

¿Que qué vas a hacer con tu equipo de Alta Fidelidad? Verás, en la sociedad que se te avecina la fidelidad musical no estará de moda, Te dará vergüenza que las visitas lo vean en tu salón, y de todos modos ese salón será tan minúsculo que no tendrás espacio para acomodarlo. Lo jubilarás. Un día lo subirás al trastero, aunque unos años más tarde volverás a buscarlo para presumir de muebles antiguos. Te sorprenderá entonces comprobar que lo del rayo láser ya no funciona, mientras que tu pletina magnetofónica sí.

En cuanto a cómo escucharás música en el coche, no te preocupes, de todos modos esa vieja estufa de carbón tampoco te servirá de mucho en el futuro. Pero de éso te escribiré otro día.

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